Día 1: Prefacio
Es de suma importancia que los nuevos discípulos de Cristo logren conectarse con la historia bíblica, para que así adviertan que desde la creación ha existido una batalla por parte del Diablo en contra de Dios y sus planes. Las batallas han sido libradas en el Edén, durante la peregrinación en el desierto, en el corazón del pueblo judío e incluso en la casa del rey David. El maligno utilizó todo su poderío y sus planes para deshacer y frustrar el propósito de Dios; de la misma manera intentó derrotarlo en la humanidad de Jesús, a través de la ira y los celos del rey Herodes, las tentaciones en el desierto, por medio del duro entendimiento y debilidad apostólicos, en Getsemaní y en la cruz. Pero el enemigo no derrotó a Dios; Cristo resultó triunfador. Como hermoso fruto, produjo su iglesia y le estableció una comisión para proliferar su reino celestial en la tierra. Con todo esto, la iglesia se mantiene en una lucha sistemática con todos los seres malvados, incluyendo a su jefe, la serpiente antigua. Los invito a mantener bien en cuenta esta información en nuestra mente y corazón.
Prevenciones que debemos tomar para tener una vida victoriosa (Ef. 6:10-20). Es importante recalcar que el enfoque de esta carta es llevar al creyente a centrarse en Cristo y ser parte integral de la iglesia, glorificando a Dios. Las fuerzas del mal no pudieron detener los proyectos divinos de Cristo ya que Él construyó las bases sólidas de su iglesia y estableció́ una comisión significativa para que la representaran y extendieran su reino en la tierra. Hasta aquí, el apóstol Pablo ha venido presentando una lucha humana desde un punto de vista terrenal, pero ahora comienza a contemplar un frente altamente peligroso sobre todo porque es invisible y diverso, requiriendo firmes valores morales y armas espirituales adecuadas para librar la feroz batalla.
Con el enunciado por lo demás (V. 10) el apóstol Pablo anuncia que está alcanzando el cumplimiento y la culminación de la epístola; antes de finalizarla intenta captar la atención de sus destinatarios una vez más. Y todo lo fundamenta en la maravillosa obra del Señor; considera la labor redentora de Cristo favoreciendo al hombre pecaminoso, sumando a los gentiles también. El poder del Espíritu Santo manifestándose en los cristianos y cambiando sus vidas no es minimizado por Pablo. Agrega también la armonía de la iglesia en medio de las diferencias. Ahora, amonesta a esta comunidad cristiana a tomar prevenciones para protegerse en la batalla contra el enemigo que se resiste a cada voluntad que Dios ha tomado soberanamente en Cristo y su iglesia desde el inicio del tiempo.
Pablo hace un llamado a los seguidores de Cristo a robustecerse en dos aspectos. Primeramente, en el Señor y después en el poder de su fuerza (v. 10). Aunque el cristiano tenga una salvación perfecta, una unidad eclesiástica preciosa y una armonía de familia ejemplar, desafortunadamente estará vulnerable a las intimidaciones del malhechor y en riesgo siempre de un mortal enfrentamiento; demanda integralmente buenas condiciones para enfrentar al oponente y poder para soportar sus ataques perversos. Tanto el discípulo, como la iglesia serán el objetivo consecuente de los bombardeos del Diablo.