Semana 3: “El cuerpo de Cristo”

Hugo Sandoval, Cayambe, Ecuador

Día 5: “¡Vívelo!”

 

Estamos llegando al último día de esta tercera semana, repasemos nuestro texto, recordemos las prácticas aprendidas y empecemos a incorporar nuevos principios para afirmarnos en esta nueva familia, el cuerpo de Cristo. 

Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas (entre ellas la Cena del Señor), y a la oración. 43 un profundo temor reverente vino sobre todos ellos, y los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y maravillas. 44 todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían. 45 vendían sus propiedades y posesiones y compartían el dinero con aquellos en necesidad. 46 adoraban juntos en el templo cada día, se reunían en casas para la Cena del Señor y compartían sus comidas con gran gozo y generosidad, 47 todo el tiempo alabando a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos.” (Hechos 2:42-47 NTV).

 

Como resultado de nuestra obediencia Dios nos ha introducido en su Iglesia (Hch. 2:41.42). Ahora que estamos en Cristo, Él es nuestra cabeza y Señor de nuestras vidas. La única forma de estar unidos a Cristo es estando en su cuerpo, demostrando unidad y cooperación entre los miembros de este. Como miembros del cuerpo nos reunimos para adorar a Dios continuamente, aprendemos de las Escrituras, mantenemos la comunión fraternal, participamos de la cena del señor y oramos constantemente. Así como los miembros del cuerpo dependen de la cabeza, nosotros dependemos de Cristo, no hay vida fuera del cuerpo.